domingo, 2 de septiembre de 2012

PALABRA DE VIDA

VIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B


Lectura del santo evangelio según san Marcos:
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

El reproche de Jesús a los fariseos también nos afecta a nosotros. Los mandamientos de Dios son portadores de sabiduría y vida. Pero muchas veces hacemos más caso a otros criterios distintos de la Palabra de Dios. Incluso muchos refranes y dichosde la llamada “sabiduría popular” chocan con el evangelio. De esa manera despreciamos el Evangelio y nos quedamos con unas palabras quesólo llevan muerte y mentira. Es necesario estar atentos para no aferrarnos a preceptos y tradiciones humanas contrarias a veces a la Palabra de Dios.

Para un hebreo, el “corazón” no sólo es un órgano corporeo, sino la fuente de los sentimientos y emociones. Es la sede de lo más propio del hombre: la inteligencia y la voluntad (pensamientos, proyectos, decisiones), el núcleo de la personalidad, de lo más íntimo de cada uno. En el Antiguo Testamento, Dios, prometió el don de "un corazón nuevo", que aseguraba la unión entre Dios y su pueblo; esa promesa se cumplió en Jesucristo corazón verdaderamente nuevo y creador de corazones nuevos
 
Uno de los aspectos más importantes de la Buena Nueva que Jesús ha traído es la interioridad. No basta la limpieza exterior, que puede ir unida a la suciedad interior. Cristo ha venido a cambiar el interior del hombre, a darnos un corazón nuevo. Cuando el corazón ha sido transformado por Cristo, también lo exterior es limpio y bueno. De lo contrario, todo esfuerzo por alcanzar obras buenas será inútil. ¿Hasta qué punto creo en la capacidad de Cristo para renovar mi vida y deseo intensamente esta renovación?
 
Ser cristiano no consiste en “hacer” cosas distintas o mejores, sino en “ser” distinto y mejor, es decir, de otra calidad: la divina. El amor y el poder de Cristo se manifiestan en que no se conforma con un barniz superficial. Somos una "nueva creación" hemos sido hechos "hombres nuevos" y por eso estamos llamados a vivir una "vida nueva".
 
Hoy nos hallamos en el polo opuesto con el que Jesús se enfrentó. Si Él tuvo que luchar contra el legalismo, hoy hay que esforzarse en luchar contra el relativismo subjetivista; contra la falsa defensa de una libertad individual mal
entendida.
 
Hoy se presenta cualquier mandato o precepto como imposición destructora del hombre y de su iniciativa personal. Para el cristiano –decía Juan Pablo II– “los Mandamientos constituyen la primera etapa necesaria en el camino hacia la libertad".
 

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